EL "ESLABÓN DE CONEXIÓN" PRE-CONSCIENTE

Algunas consideraciones actuales sobre el pensamiento de Freud expuesto en su libro “El Yo y el Ello” de 1923.

I

En el capítulo II de su libro “El Yo y el Ello (1923), Freud, tras haber descubierto que el Yo puede ser inconsciente en el sentido genuino, se propone averiguar más cosas acerca de su estructura y sus funciones (Freud 1923)[1]

Todo nuestro saber está vinculado siempre a “la conciencia”. Incluso todo lo inconsciente, para conocerlo, hay que hacerlo consciente. ¿Qué quiere decir exactamente “hacer algo consciente” …Cómo puede suceder?

 

Los procesos de conciencia podemos decir que se encuentran en la “superficie” de nuestro aparato anímico. Se trata de la función de un sistema que espacialmente se encuentra en primer lugar desde la perspectiva del mundo exterior.

 

Desde el punto de vista anatómico, es decir, desde el punto de vista de la disección anatómica, la conciencia está directamente relacionada con los órganos perceptivos que se encuentran en la superficie de nuestro sistema nervioso central.

El ser humano puede llegar a tener conciencia de la gran mayoría de percepciones que nos vienen desde el exterior (las percepciones sensoriales), así como también de algunas internas que solemos llamar “sensaciones y sentimientos”.

Freud se pregunta en este segundo capítulo de su trabajo, titulado específicamente “El Yo y el Ello”, qué sucede con aquellos otros procesos que se conocen de una forma algo inexacta como “procesos de pensamiento”.

“¿Son ellos los que, consumándose en algún lugar del aparato como desplazamientos de energía anímica en el camino hacia la acción, advienen a la superficie que hace nacer la conciencia, o es la conciencia la que va hacia ellos?[2]

 

Estas dos posibilidades, según Freud, son inimaginables, postulando la existencia de una tercera posibilidad que debería ser la correcta[3].

 

Efectivamente, en “Lo Inconsciente”[4] Freud adoptó el supuesto de que la diferencia efectiva entre una representación (un pensamiento) icc y una prcc consiste en que la primera se consuma en algún material que permanece no conocido, mientras que en el caso de la segunda (la prcc) se añade la conexión con representaciones palabra. He ahí, postula Freud en su trabajo, el primer intento de indicar para los dos sistemas Prcc e Icc signos distintivos diversos de los que se refieren a la conciencia.

Por tanto, la pregunta “¿Cómo algo deviene consciente?” se formularía más adelante así: “¿Cómo algo deviene preconsciente?”. Y la respuesta sería: “Por conexión con las correspondientes representaciones-palabra”.[5] Aquí podríamos añadir que también por conexión con las correspondientes “representaciones-cosa”, (las cursivas son mías), términos utilizados por el joven Freud en sus investigaciones acerca de la afasia. Ambos términos fueron utilizados por Freud en sus textos metapsicológicos para distinguir dos tipos de “representaciones”, uno (esencialmente visual) que deriva de la cosa y otro (esencialmente acústico) que deriva de la palabra. Esta distinción tiene para él un gran alcance metapsicológico, caracterizándose el sistema preconsciente-consciente por la ligazón de la representación cosa a la representación de palabra correspondiente, a diferencia del sistema inconsciente, que sólo comprende representaciones cosa.[6]

Curiosamente en su escrito “El Yo y el Ello”, Freud parece dar mucha más importancia como “eslabones de conexión” entre sensaciones inconscientes[7] y la emergencia Cc de las mismas, a las “representaciones palabra”, no mencionando como “eslabones de conexión” a las “representaciones-cosa” (esencialmente visuales) y cuya emergencia proveniente de “lo inconsciente” pone en marcha los mecanismos preconscientes de los procesos de traducción a “representaciones-palabra” que devendrán, ahora sí, finalmente, conscientes. Aclara Freud[8]: “La diferencia entre Cc y Prcc carece de sentido para las sensaciones; aquí falta lo Prcc, las sensaciones son o bien conscientes o inconscientes. Y aún cuando se liguen a representaciones-palabra, no deben a estas su devenir-conscientes, sino que devienen tales de manera directa”.

 

¿Qué parece concluir Freud en este capítulo segundo de su libro? Pues, al parecer, que “todo nuestro saber pareciera provenir exclusivamente de la percepción externa” gracias a las representaciones-palabra y por su mediación, los procesos internos de pensamientos son convertidos en percepciones. Es decir, a raíz de una sobre-investidura del pensar, los pensamientos devienen percibidos real y efectivamente -como de afuera- y por eso se los tiene por verdaderos.

 

No deja de sorprendernos la agudeza de Freud al explicar la importancia que para el funcionamiento de nuestro aparato psíquico tienen las “representaciones palabra”, el lenguaje, el verbo, “lo apalabrado, el sistema de comunicación simbólica creado por el ser humano para interrelacionarse, convertido en la expresión soberana y esencial de lo verdadero, de la percepción de la realidad, de su, digámoslo, parcial y engañosa sabiduría.

 

Pero, asimismo, nos despierta la sospecha de que su importante y trascendental descubrimiento pudiera conducir a dar demasiada importancia al Yo-consciente, atribuyéndole más tareas y funciones de las atribuidas por él mismo a esta instancia en sus trabajos precedentes. Es decir, depreciando las funciones de la parte preconsciente del Yo y su importancia central en las funciones de la vida y en las que corresponden al sistema perceptivo y a su función comprensiva de los complejos matices de la realidad interna y externa; así como, también en parte, descuidando la existencia de la parte inconsciente del Yo, sus funciones y sus consecuencias para el funcionamiento saludable y psicopatológico del ser humano.

 

En su libro “El Yo y el Ello”, atribuyendo Freud al Yo consciente más funciones y competencias de las que en sus anteriores publicaciones le hubiera concedido: ¿avanza o retrocede, acierta o falla en sus consideraciones?

 

Es decir, se tiene la impresión de que el pensamiento freudiano aquí se encuentra frente a una encrucijada fundamental. ¿Estas funciones y competencias atribuidas en este libro al Yo consciente representan el desarrollo de un nuevo y fecundo movimiento creativo, o más bien nos pueden conducir a una regresión, o mejor dicho, a una involución intelectual?

 

El sistema preconsciente y las funciones del yo-preconsciente. –

 

El modelo teórico de la psique humana presentada por Sigmund Freud en su primera tópica puso énfasis en la localización de las funciones psíquicas, estableciéndolas en tres sistemas claramente diferenciados:

-Consciente. Que es la sede de nuestros pensamientos, el lenguaje, los símbolos… Es aquí donde se simbolizan las representaciones del inconsciente por intermedio del lenguaje y del pensamiento. Sólo existe consciencia si existe cualidad (Se refiere al monto de afecto), ya que, para Sigmund Freud, la Consciencia es “un órgano sensorial para la percepción de cualidades psíquicas”, por lo tanto, surge por intermedio de estímulos que percibe desde el mundo externo o por medio del material del Preconsciente, el cual podría provocar Placer o Displacer.

 

-Preconsciente. Es el órgano perceptivo localizado en el sistema motor y desde el punto de vista psíquico, está situado en el límite entre Consciente e Inconsciente. Tiene la capacidad de percibir los procesos desde ambas procedencias, ya que posee las llaves de la motilidad voluntaria, así como de la inhibición de la corriente primitiva que proviene del Inconsciente, puesto que en este sistema existen las barreras de filtro o Censura.

 

-Inconsciente. Es la sede de nuestras fantasías, representaciones, imágenes, ideas, deseos reprimidos, por lo cual está regido por el proceso primario y proporciona la fuerza motriz. Es la verdadera realidad psíquica, la cual sólo puede ser expresada a través de desfiguraciones para poder acceder a lo consciente.

 

En esta primera tópica, Freud no descarta, sino que más bien reconoce la existencia de un Yo consciente representante de la realidad externa, apuntalado e intercomunicado con un Yo preconsciente diputado del sistema inconsciente.

 

Me parece importante tener en cuenta que tan solo sobre la base de una confirmación y reconsideración coherentes e innovadoras del preconsciente, tanto de sus límites y de sus funciones, cuanto del reconocimiento de la importancia central en el aparato psíquico  del “yo-preconsciente” en las funciones vitales biológicas y en las funciones del aparato perceptivo, se puede llegar a concebir un Yo-consciente, (con sus propias limitaciones naturalmente), pero al reparo de elecciones e identificaciones volubles,  arribistas, inconstantes, frívolas, caprichosas y ligeras, cuanto no obsesivas, perversas e intelectualistas, en lugar de aquellas otras funciones más saludables, consciente e inconscientemente,  en su conjunto, para la vida del individuo y de su cultura que el Yo ( desde su dimensión preconsciente y consciente) consigue otorgarse a sí mismo en sus funciones directrices de supervivencia y adaptación a la realidad tanto biológica como cultural.

 

El deseo de consolidar precozmente la importancia del yo consciente por parte de Freud, en su segunda tópica, devaluando el papel del preconsciente y de la importancia del yo-preconsciente, de su primera tópica, reduciéndolo especulativamente tan sólo a la representación de palabras y a la representación de los recuerdos, parece haber provocado en su teoría del aparato psíquico una especie de deriva en su pensamiento y en su gran tarea.

 

En este libro Freud sitúa a la conciencia en una relación privilegiada con el mundo externo a través de la comunicación directa y exclusiva con el sistema perceptivo mediante las “representaciones-palabra”.

¿Pero qué sucede con todo lo que hoy conocemos y denominamos “lenguaje no verbal”:  la comunicación subliminal, los matices de las actitudes y comportamientos afectivos y agresivos de los individuos que interrelacionan con el sujeto humano, la mímica, los gestos, el tono de la voz, etc. ¿Qué sucede con las manifestaciones y el significado de los complejos comportamientos y la comunicación no verbal de los individuos, campo de estudio de la actual etología animal y humana?

 

La comprensión de los rasgos del carácter (Reich) y el discernimiento de los significados del “como”,  y no tanto “del qué”, de la realidad mundana (Nietzsche), se rastrean, se interpretan y se reconocen mediante el preconsciente y las funciones del Yo-preconsciente.

 

Una gran parte de la tarea del tratamiento psicoanalítico consiste en abrir y permitir una libre circulación de conocimiento y de información desde lo inconsciente hacia la conciencia, pero no de una forma racional, apresurada, directa, intelectualista, obsesiva, caprichosa, voluble, protocolaria, erudita, etc., sino de una forma gradual, vital y genuina, impregnada de lo emocional que caracteriza lo corporal, lo pulsional, la representación-cosa y la representación-palabra, propiedades de los filtros y “eslabones de conexión” preconscientes.

 

 

NOTAS:

[1] Freud, S. : El Yo y el Ello. Pag. 23. Tomo XIX. Obras Completas. Edit. Ammorrortu. B. Aires 1979

[2] Ibid. Pag. 23

[3] Ibid, Pag. 24. [Un examen más extenso de esto se halla en “Lo Inconsciente” (1915e), SE, 14, p´gs.173-6]

[4] “Lo inconsciente” [Ibid., págs..201 y sigs.]

[5] Ibid., pag. 24

[6] Laplance, J. y Pontalis, J-B.: Diccionario de Psicoanálisis. Pag. 369. Edit. Labor. Barcelona 1993.

[7] (analogía no del todo justificada con las representaciones inconscientes)

[8] Ibid. Pag. 24

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