CUENTOS INSTRUCTIVOS PARA REFLEXIONAR

Los cuentos terapéuticos, con sus héroes y villanos, con sus dilemas y acertijos, con sus mundos mágicos, con sus brujas, monstruos y malvados, con sus  incógnitas, permiten que los seres humanos (y sobre todo los niños) expresen en ellos sus conflictos internos y puedan vivir una solución.

Curar las heridas psicológicas, enfrentar los miedos, visualizar los malos comportamientos o los conflictos en las relaciones… Los personajes de los cuentos hacen de espejo de nosotros mismos. Nuestros conflictos emocionales se pueden reflejar en los comportamientos de los personajes del cuento: el egoísmo, la envidia, los celos, la rivalidad, la autonomía, los miedos, la sexualidad, la muerte…

Los cuentos son mágicos y hay que entenderlos desde la mente del niño (recordad las etapas del desarrollo cognitivo de Piaget y el famoso libro de Bruno Bettelheim: Los cuentos de hadas)). Incluso algunos cuentos con fondo terapéutico explican cómo los adultos ponen pegas a muchos cuentos tradicionales al considerarlos machistas, violentos, monárquicos, o religiosos…, porque los ven desde el razonamiento lógico del adulto.

El poder del cuento no siempre es comprendido desde el mundo del adulto. Por eso vamos a ver varios ejemplos cercanos al mundo adulto, para que se pueda entender bien que con los cuentos estamos hablando de “artillería pesada muy sabia con contenido dirigido al inconsciente”

 

  1. LA RANA Y EL POZO

Una rana vieja y sorda, tuvo la mala suerte de caer dentro de un pozo que no tenía agua. Rápidamente se puso a gritar y comenzó a pedir ayuda para que entre todas las ranas se organizasen y le permitiesen poder salir de aquel pozo.

 

Conforme las ranas iban llegando y se iban asomando al pozo, comenzaban a comentar la mala suerte que había tenido y lo inútil de esforzarse para poder liberarla, ya que aparte de ser una rana sorda y vieja, el pozo era demasiado profundo para que pudiese salir de allí sana y salva.

 

Mientras tanto, la rana vieja y sorda, saltaba con todas sus fuerzas para intentar salir del pozo, mientras sus compañeras le gritaban sin parar que era inútil, que no tenía sentido que se esforzara, que se abandonase y que esperase la muerte pacientemente. Mientras más saltaba y se esforzaba, más gritos de desánimo y desaliento le dedicaban sus compañeras. Pero ella siguió saltando y saltando sin cesar, mientras se sucedían gritos que le invitaban a abandonar y a darse por vencida. Pero de repente, la rana vieja y sorda, consiguió dar un increíble salto que le permitió poder salir del pozo.

 

Todas las demás ranas, se quedaron profundamente asombradas y la felicitaron efusivamente por la gran hazaña que acababa de lograr. De repente, la rana vieja y sorda dijo: “muchas gracias a todas, y a que sin vuestra ayuda nunca lo habría conseguido. El ver como gritabais animándome con tanto entusiasmo y convicción, me dio la fuerza necesaria para poder conseguir salir del pozo. Os agradezco de todo corazón que hayáis confiado en que podría salir del pozo y me hayáis animado con tanta fuerza”.

 

 

 

  1. MATA A BUDA 

El Maestro Zen advierte: ‘Si conoces a Buda en el camino, ¡mátalo!

Esta advertencia señala que ningún significado que provenga de afuera de nosotros es completamente real y efectivo.

La ‘Budeidad’ de cada uno de nosotros en el camino puede ser obtenida. Sólo necesitamos reconocerla.

Matar al Buda en el camino significa, simbólicamente, que tenemos que destruir la esperanza de que cualquier cosa fuera de nosotros pueda ser nuestro único y definitivo maestro.

Todos debemos finalmente renunciar a los “maestros” sin renunciar a la búsqueda. La importancia de las cosas yace en la manera que hemos aprendido a pensar sobre ellas. ¡Cuántas veces hemos convertido a las circunstancias en nuestra prisión y a otras personas en nuestros carceleros! Puede llegar nuestro mejor momento donde asumimos toda la responsabilidad por lo que hacemos y por lo que elegimos no hacer. Las luchas más importantes tienen lugar dentro de uno mismo. Si conoces a Buda en el camino, ¡mátalo!

 

Sheldon Kopp

 

 

 

  1. EL DRAGÓN

Un hombre acudió a un psiquiatra y le dijo que todas las noches se le aparecía un dragón con doce patas y tres cabezas, que vivía en una tremenda tensión nerviosa, que no podía conciliar el sueño y que se encontraba al borde del colapso. Que incluso había pensado en suicidarse.

“Creo que puedo ayudarle”, le dijo el psiquiatra, “pero debo advertirle que nos va a llevar un año o dos y que le va a costar a usted tres mil dólares”.

 “¿Tres mil dólares?”, exclamó el otro. “¡Olvídelo! Me iré a mi casa y me haré amigo del dragón”.

 

 

 

 

  1. NO HAY CAMINO: SE HACE CAMINO AL ANDAR

Lin-Chi, maestro Zen y discípulo de Huanng-po, dijo en cierta ocasión:

Amigos les digo esto: no existe Buda, ni camino espiritual que deba seguirse, ni aprendizaje ni realización. ¿Qué perseguís con tanta ansiedad? ¿Poner otra cabeza sobre la que tienen, ciegos idiotas? Su cabeza está donde debe estar. El problema es que no creen bastante en ustedes mismos y tropiezan constantemente con todas las situaciones en que se encuentran. Esclavizados y desorientados por las situaciones objetivas, no tienen ninguna libertad, no son dueños de ustedes mismos. Dejen de mirar fuera y no se aferren tampoco a mis palabras. Dejen de aferrarse al pasado y de anhelar el futuro. Eso es mejor que diez años de peregrinación. Busca dentro de ti y aprende el lenguaje de los sabios.

 

 

 

 

  1. EL ARTE DE HACER FUEGO

Tras muchos años de esfuerzos, un inventor descubrió el arte de hacer fuego. Tomó consigo sus instrumentos y se fue a las nevadas regiones del norte, donde inició a una tribu en el mencionado arte y en sus ventajas. La gente quedó tan encantada con semejante novedad que ni siquiera se le ocurrió dar las gracias al inventor, el cual desapareció de allí un buen día sin que nadie se percatara. Como era uno de esos pocos seres humanos dotados de grandeza de ánimo, no deseaba ser recordado ni que le rindieran honores; lo único que buscaba era la satisfacción de saber que alguien se había beneficiado de su descubrimiento.

La siguiente tribu a la que llegó se mostró tan deseosa de aprender como la primera. Pero sus sacerdotes, celosos de la influencia de aquel extraño, lo asesinaron y, para acallar cualquier sospecha, entronizaron un retrato del Gran Inventor en el altar mayor del templo, creando una liturgia para honrar su nombre y mantener viva su memoria y teniendo gran cuidado de que no se alterara ni se omitiera una sola rúbrica de la mencionada liturgia. Los instrumentos para hacer fuego fueron cuidadosamente guardados en un cofre, y se hizo correr el rumor de que curaban de sus dolencias a todo aquel que pusiera sus manos sobre ellos con fe.

El propio Sumo Sacerdote se encargó de escribir una Vida del Inventor, la cual se convirtió en el Libro Sagrado, que presentaba su amorosa bondad como un ejemplo a imitar por todos, encomiaba sus gloriosas obras y hacía de su naturaleza sobrehumana un artículo de fe.

Los sacerdotes se aseguraban de que el Libro fuera transmitido a las generaciones futuras, mientras ellos se reservaban el poder de interpretar el sentido de sus palabras y el significado de su sagrada vida y muerte, castigando inexorablemente con la muerte o la excomunión a cualquiera que se desviara de la doctrina por ellos establecida. Y la gente, atrapada de lleno en toda una red de deberes religiosos, olvidó por completo el arte de hacer fuego.

 

 

 

 

  1. A IMPOSIBLE LE SOBRAN DOS LETRAS

Había dos niños que patinaban sobre una laguna congelada. Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación.

Cuando de pronto el hielo se revienta y uno de los niños cae al agua.

El otro niño viendo que su amigo se ahogaba debajo del hielo, toma una piedra y empieza a golpear con todas su fuerzas hasta que logra quebrarlo y así salvar a su amigo.

Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido se preguntaron ¿Cómo lo hizo? El hielo es muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar con esa piedra y sus manos tan pequeñas.

En ese instante un anciano dijo: “yo sé cómo lo hizo”.

¿Cómo? Le preguntaron al anciano y él contestó: No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

Albert Einstein

 

 

 

  1. EL HUEVO, LAS ZANAHORIAS Y EL CAFÉ 

Una hija estaba muy molesta porque parecía que cuando un contratiempo se les solucionaba, aparecía un problema nuevo aún más complicado. Habló de ello con su padre, que era jefe de cocina. La miró y, sonriente, cogió tres ollas.

En un puchero puso algunos huevos, en otro algunas zanahorias y en una tercera ollita, café. La joven se quedó pasmada pensando que su padre no la escuchaba, como ya era habitual, porque en lugar de proporcionarle una respuesta se ponía a cocinar. Después de veinte minutos de cocción, el padre le preguntó a su hija ¿Qué ves?. La chica se quedó atónita. ¿Qué quieres que vea? ¡Cómo no me haces ningún caso mientras cueces unos huevos y unas zanahorias y haces café!, respondió medio enfadada. El padre imperturbable la invitó a palpar los tres ingredientes. La joven azorada le preguntó qué significaba.

El le respondió: “los huevos eran frágiles antes de la cocción, y ante la adversidad (el calentamiento con el fuego) se han vuelto duros; las zanahorias, en cambio, eran duras y con el fuego se han vuelto blandas; en cambio; el café, cuando ha sido calentado ha sido incluso capaz de poder transformar su contexto: el café ha transformado el agua.

 ¿Qué deseas ser tu, hija mía, ante las adversidades? Ojalá que seas como el café y que cuando aparezcan los problemas o las adversidades, seas capaz de ser fuerte, sin dejarte vencer ni aislarte, salir airosa e incluso mejorar tu misma consiguiendo cambiar tu entorno.

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